Supongo (no sólo lo supongo, lo sé, para mi es una certeza, pero me es más beneficioso suponer, hacer como si mi asunción, fuera relativa; mi certeza no deja de ser una creencia, en un nivel muy general, tan dogmática como cualquier otra), que las creencias e ideas, símbolos y signos de está época no sólo significan, según algunos, en su creencia, hechos reales ocurridos y que ocurrirán (nacimiento de un poder superior o una divinidad que nos salvará a todos del sufirmiento, no sin antes pasar por un buen apocalipsis, claro); que no sólo significan según otros, en sus otras respectivas creencias (y gracias al desplazamiento de los símbolos sobre los fenómenos significantes) el uso instrumental y manipulador de una cultura afirmativa que obliga a adquirir fraternidad, amor, compañía, magia, felicidad, etcétera, a través del consumo compulsivo de productos altamente destructivos e insustentables que transforman la realidad material, destruyéndola, en capital acumulado en ceros y unos de computadora financiera. Pero supongo también que los símbolos significan algo más universal que los signos dominantes y opresores. Que significan algo que, aun en mi incredulidad y mis propias creencias (hasta la creencia en la incredulidad es eso, creencia), puedo comulgar con; es decir, el deseo del cese inmediato del sufrimiento y la insatisfacción, del dominio y la opresión, de la violencia; el deseo del acontecimiento inmediato de la fraternidad y la religación, de la común unión espiritual, en la responsabilidad y la libertad, de la liberación y la iluminación de la humanidad. Cualquier día y momento es bueno para conmemorar y desear eso y si unos signos de un credo o de otro lo celebran hoy, y otros lo celebran cualquier otro día Salud! Yo lo celebro y brindo con ellos!!!!
lunes, 24 de diciembre de 2012
viernes, 8 de junio de 2012
Ante la situación política actual y con motivo del affair de The Guardian
Espero
no ofender, sin embargo, diré cosas que me parecen ofensivas por sí solas;
intentaré decirlas con humildad. Y tengo que agregar, con Sabines, que “no lo
sé de cierto, pero supongo”…
“The
Guardian” es un diario británico, país cuyo gobierno acaba de mandar un
submarino con capacidad nuclear a las Malvinas. Sí, supongo que como diario
tiene cierta independencia, pues está en el sistema del modelo liberal que pone
a la libre empresa y la libertad de expresión por encima de todo. La libertad y
la igualdad individuales. Supongo que no ponen en riesgo la libertad de
expresión de la reportera ni la secrecía y protección de las fuentes, y que
tenga, como diario, cierto margen de credibilidad. Pero no olvidemos que no
deja de ser una libre empresa con intereses económicos y alianzas económicas de
todo tipo, hasta las políticas, que en el sistema neoliberal son lo mismo que
económicas.
Ese
sistema liberal o neoliberal, el sistema capitalista de consumo adictivo que
lideran países como EU e Inglaterra, es el mismo que ha dado pruebas de ser un
rotundo fracaso. Su taza de éxito probado, comprobado y aceptado por el propio
sistema –es parte de su “diseño”- es de un 10 % de muy ricos que acapara todas
las ganancias del sistema convirtiendo todo lo que toca, como rey midas, en
capital. Literalmente convierte el sistema, al planeta, en ceros y unos en
cuentas electrónicas en bancos y financieras trasnacionales.
Una
de las promesas del sistema liberal –en el nombre lleva la ironía- es la
libertad individual. Si vamos de nuevo a las estadísticas vemos que ni los que,
ni a los que están, en ese 10% les ha sido cumplida. Son esclavos de su egoísmo
y de su avaricia, avidez y apego. Son esclavos de su consumo –como dijo Bush,
EU es adicto al petróleo, entre otros aderezos.
Es
el mismo sistema “liberal”, ya puedo entrecomillarlo, de “libertades”, que
probó su ineficiencia en proporcionar libertad, en el 2008, y su eficiencia en
crear capital además de mezquindad y resentimiento. Grecia y España en la
quiebra lo atestiguan. El mismo que probó su ineficiencia en 1929; y probaría
que se rehabilita mejor cuando hay guerras en las que es más eficiente, y si
son mundiales, más aún, pues acumula capital vendiendo armas. Es el sistema de
explotación imperialista y colonialista que ha creado un 90% de desposeídos y
esclavizados, simple carne de cañón y batería para la maquinaria de producción
de capital (para este 2012, a esta hora del día, la trata de personas con fines
de explotación y la taza de masacres y genocidios de diverso tipo se van
extendiendo en el panorama mundial) y cuya mayor virtud es la eficacia en la
explotación de recursos oprimiendo y parasitando. Entre sus mejores creaciones
vemos desde niños soldados y mineros en áfrica que zombies consumistas en Santa
fe, Interlomas o Polanco. La explotación europea de América –recordemos a la
Standar Oli, la Bush Texas Co. (“Americana”), la Shell y la mismísima British Petroleum
que tantas porquerías andan haciendo por aquí y por ahí en esta nueva división
geopolítica Norte rico Sur pobre y esclavo de Norte rico.
Suena
rojo, comunistoide, chavista, castrista. Pero lamento saber que el comunismo
nunca pisó la tierra. Lo que desoló Europa del Este no fue el socialismo ni el
comunismo. Fue el Stalinismo. Una especie de capitalismo de estado combinado
con fascismo que ha sido uno de los regímenes más asesinos y genocidas de la
historia. Seguida del maoísmo chino, también capitalismo de estado y
totalitarismo genocida. Excepto por unas cuantas excepciones autóctonas
ancestrales sin parentesco con el marxismo y más con el comunitarismo, y de
intentos dignos y semi dignos como el de Allende y Da Silva, el comunismo no ha
tocado la tierra. Los brotes auténticos de, para usar otras palabras, justicia
social y democracia de autoridades compartidas que se dieron aquí y allá, por
ejemplo en Latinoamérica en los sesentas, fueron masacrados y “condoreados” por
el sistema capitalista de consumo, y cambiados por los pinochetes, los videlas,
los noriegas, los husseines y diversos dictadorzuelos conservadores de… el
capital. Y en África otro tanto.
Muy
probablemente –en mi imaginación- “The Guardian” mienta, y sea exactamente igual
que televisa y haga lo mismo de lo que acusa, es decir, que haya sido
contratado por alguna financiera trasnacional británica para favorecer sus
intereses y sus acuerdos en México. Intereses y acuerdos con los que estará
comprometido cualquier otro color de partido y cualquier otro candidato. Y si
bien Televisa es una “empresa de comunicaciones” en el fondo es lo mismo,
acumulación de capital, porque el sistema cree que hasta el poder se puede y
tiene que comprar o arrebatar a golpes (el poder, por lo menos el poder de los
seres humanos, insignificante criatura en la bastedad del universo y del
tiempo, es eso, ser “humanos y no inhumanos o bárbaros”, eso es lo que podemos
y debemos).
Y
ese es el meollo del asunto. No vivimos en una democracia sino en una
partidocracia y una oligarquía y cualquiera de los colores de cualquiera de los
partidos responde a intereses de las financieras trasnacionales en sus diversas
caras. Si un color tiene compromisos con una, otro partido lo tiene con otra,
pues desde hace algún tiempo los negocios de explotación de recursos materiales
y humanos –a muy bajo precio, una ganga, sólo deposítelo en mi cuenta personal-
no se contratan entre Estados y Gobiernos directamente, sino que éstos, los
gobiernos son meros servidores de… los intereses financieros trasnacionales.
Viene a mi memoria el artículo donde se exponían esas empresas con nombre y
apellido y las múltiples relaciones que tienen entre sí. Hace mucho que los
gobiernos no trabajan para sus pueblos, por lo menos no para todos, y si para
ese 10% del pueblo mexicano. Todos los colores están comprometidos y algunos de
nosotros también pues nos aferramos a un color u a otro para conservar nuestras
prebendas o lo poco que aun se tiene, de perdida la vida.
Ha
sido muy aleccionador intentar cumplir mi voto de no vituperar en contra de
ningún color, y si bien he fallado en varias ocasiones, por lo menos me ha
permitido ver como algunos –muy pocos para la gran fortuna de nuestra humanidad
y mexicanidad común, igual y libre y digna- han seguido mi mal ejemplo y
vituperan contra los colores contrarios, cual si de partido de futbol con
inchas hoolliganezcos se tratase. Desacreditan y escarnecen al contrario y a
todo el que tenga hasta alguna leve intensión de estar ligado a esos colores.
Responden las acusaciones de corrupción, tanto un bando como él otro
cualquiera, argumentando desde el ego herido y con resentimiento; descalificando
al “contrario”, probablemente otro ser humano del 90%, con falacias ad hominen, y con las generalizaciones
más groseras “todos los que siguen a tal o cual son unos tales por cuales” y
“el tuyo también lo hace”. Y claro que todos lo hacen, todos tienen compromisos
con ese 10% de la población, nacional o trasnacional, que detenta el 90% de la
riqueza del país, despojando y dejando al otro 90% de la población que
sobrevive con el 10% restante (mis números son “imaginados” por supuesto).
Bajo
mi percepción obtusa, hay un color que también tiene, entre otros compromisos
como los otros colores, representación de intereses con esa parte de la
población –claro, ese 10% también es pueblo y merece ser representado “dignamente”-
pero al que los opresores le tienen un poco de aversión, por el temor, no del
todo infundado, de que se pueda convertir en un dictador fascistoide, o peor
aún, que realmente intente alguna locura, aunque sea poquita, de justicia
social.
Más
personalmente creo que si algunos ejerciéramos nuestro poder de ser humanos y
no inhumanos ni deshumanizándonos unos a otros; nuestro poder de amar la
humanidad –la libertad y la dignidad que son sinónimos- tanto en mi persona
como en la persona del otro que me hace persona, no estaríamos metidos en esta
porqueriza y estercolero que se ha dado en denominar contienda política y
democracia. Imagino el día en que pueda ser un poquito coherente conmigo mismo
y llevar la democracia, la libertad, la dignidad, la humanidad, a nivel de
tierra, al nivel del uno a uno, del día a día y no derrocharla inútilmente y
con mucho sufrimiento e ignorancia, en una farsa sexenal. Creo que eso sucederá
cuando asuma que mi libertad está condicionada por mi responsabilidad y que esa
siempre es con el otro, aun con el otro de otro color político, y deje de
quitarle lo suyo consumiendo “productos” superfluos. (“Nadie tendrá derecho a
lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto” decía Salvador Díaz
Mirón, ilustre poeta y diputado, de cuando el Congreso de la Unión estaba lleno
de próceres y no de servidores de intereses trasnacionales genocidas).
Realmente
desearía que esta opinión fuera olvidada al momento mismo de leerse, y si no
fuera así, por lo menos que sea de algún beneficio.
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