La universidad es nuestra, es de México, es de todos los mexicanos, del
pueblo y para el pueblo, no por que una autoridad lo diga o no, sino
porque ese es el espíritu con el que habla y actúa, la universidad no
debe cerrar nunca; no para tomar clases o no tomarlas, hay situaciones
en las que las clases son secundarias si no banales, sino porque debe
ser centro de unidad de inteligencia y base de operaciones de lo mejor
de la sociedad que son los estudiantes. Paro activo debe significar
libertad y debe significar acción coordinada de los estudiantes y
profesores accionando en la sociedad teniendo como base de coordinación
la universidad. Aunque así no hubiera sido vale más ayudar afuera que
una clase, o dos o tres, pero eso no significa que la unam deba parar
para hacer lo que la unam debe hacer, hacerla funcionar es precisamente
apoyar a los estudiantes para que apoyen a sus vecinos y tener abiertas
las aulas debe ser para reconcentrar, reflexionar hacer catarsis y
producir conocimiento activo y dirigido de los hechos para transformar
los hechos. Por turnos asistiremos a los salones, por turnos iremos a
llevar a fuera nuestros esfuerzos inteligentes y nuestra experiencia
compartida, eliminando el adentro y el afuera. Parar la unam sería como
si también estuviera derrumbada y aturdida. Olvidémonos de si las
autoridades tienen razón o no, no nos desmovilicemos y no cedamos la
universidad tampoco parándole, podemos tener ambas cosas. Y si los
edificios no son adecuados, las aulas y el aprendizaje nunca han sido
las paredes sino los estudiantes criticando, razonando, comprendiendo,
compartiendo y actuando, ahí donde estén está la unam, ahí donde actúen,
actúa el espíritu.