domingo, 1 de octubre de 2017

La universidad nacional ante el sismo.

La universidad es nuestra, es de México, es de todos los mexicanos, del pueblo y para el pueblo, no por que una autoridad lo diga o no, sino porque ese es el espíritu con el que habla y actúa, la universidad no debe cerrar nunca; no para tomar clases o no tomarlas, hay situaciones en las que las clases son secundarias si no banales, sino porque debe ser centro de unidad de inteligencia y base de operaciones de lo mejor de la sociedad que son los estudiantes. Paro activo debe significar libertad y debe significar acción coordinada de los estudiantes y profesores accionando en la sociedad teniendo como base de coordinación la universidad. Aunque así no hubiera sido vale más ayudar afuera que una clase, o dos o tres, pero eso no significa que la unam deba parar para hacer lo que la unam debe hacer, hacerla funcionar es precisamente apoyar a los estudiantes para que apoyen a sus vecinos y tener abiertas las aulas debe ser para reconcentrar, reflexionar hacer catarsis y producir conocimiento activo y dirigido de los hechos para transformar los hechos. Por turnos asistiremos a los salones, por turnos iremos a llevar a fuera nuestros esfuerzos inteligentes y nuestra experiencia compartida, eliminando el adentro y el afuera. Parar la unam sería como si también estuviera derrumbada y aturdida. Olvidémonos de si las autoridades tienen razón o no, no nos desmovilicemos y no cedamos la universidad tampoco parándole, podemos tener ambas cosas. Y si los edificios no son adecuados, las aulas y el aprendizaje nunca han sido las paredes sino los estudiantes criticando, razonando, comprendiendo, compartiendo y actuando, ahí donde estén está la unam, ahí donde actúen, actúa el espíritu.