Persona como sistema
dialéctico binario con cualidades emergentes.
·
Describir
un problema y justificar por qué el pensamiento sistémico puede ayudar a
resolverlo y no otro tipo de pensamiento como el reduccionista.
El problema básico que
está detrás de la propuesta de la persona como sistema dialéctico binario es un
problema de axiología. Las versiones clásicas de la axiología son u
objetivistas o subjetivistas, si lo primero, o los objetos tienen
características que los hacen valiosos por sí mismos y doblegan el deseo humano
de manera necesaria y universal, de manera que todos debiéramos apreciar y
desear el mismo objeto por las características intrínsecas del mismo; o los
valores son objetos ideales y por tanto también universales, absolutos y
necesarios que proyecta el ser humano en las cosas. Por otro lado, si lo
segundo, los valores son relativos, particulares anidados en los caprichos y
las emociones personales o la particular psicología de cada quien. Estas
posturas han sido determinadas por el paradigma reduccionista imperante que, si
bien ha dado buenos resultados en muchas áreas, no lo ha dado en la axiología.
Cuando trasladamos el
problema a la temática de los derechos humanos como principios ético jurídicos
con pretensión de universalidad el problema se exponencia. Tomo la idea de
Rizieri Frondizi, quien su libro, ¿Qué son los valores?, intenta zanjar el
problema aduciendo que son cualidades relacionales emergentes. Es decir, los
valores son cualidades que no dependen sólo de la subjetividad o de las
características objetivas del objeto, sino de una intersubjetividad situada.
El pensamiento
sistémico es mucho más potente en su poder explicativo, para comprender la
fenomenología de esta intersubjetividad situada y las cualidades relacionales
que emergen de ella, que dependiendo de la funcionalidad o disfuncionalidad del
sistema podríamos ver como derechos humanos o como relaciones de opresión. Así
los derechos humanos escapan del absurdo reduccionismo normativista, lo mismo
que el propio derecho y se pueden mirar como un fenómeno complejo, con las
ventajas que de la mirada de la complejidad se derivarían.
·
Identifica
y justifica por qué el sistema se detalla a cierta escala (micro, macro o
meso).
El sistema se detalla a
escala de la persona, pero entendida no como individuo, sino como sistema
binario, que interdepende de otro como él para ser él mismo y ambos
interdepende3n del entorno que está conformado por una cultura formada por la
reproducción de las iteracciones intersubjetivas de todas las personas en
sociedad. El modelo se reproduce similar a diferentes escalas, tanto hacia el
interior como sistema psíquico que también interdepende de la otredad
interiorizada como superyó, como hacia el exterior en la intersubjetividad
situada y en las interdependencias de esa intersubjetividad, o sea aumentado a
escala social, y puede replicarse el sistema a escala nacional, cultural y
global, mirándose las diferentes escalas como fractales unos de otros.
La escala personal,
interpersonal se justifica, porque es la media, meso, mínimo de comprensión,
que permite la comprensión hacia la interioridad y hacia la exterioridad, ya
que es la escala de la percepción de cada persona y del acontecimiento del
fenómeno de manera perceptible.
·
Determina
y describe claramente las interacciones relevantes.
La interacción más
relevante ocurre a nivel interpersonal, aunque, insistimos, se reproduce hacia
la interioridad y hacia la exterioridad en distintas escalas. El ser humano se
abre en la expresión que lo pro-eyecta hacia afuera de sí al mundo, típicamente
otro ser humano. Se abre también en la receptividad de la información,
conocimiento, experiencia, de la expresión del otro, y en esta ida y vuelta de
información ambos términos del sistema, ambas personas se redeterminan, ocurriendo
una síntesis que los cambia a ambos y a la vez, sin homogenizarlos o igualarlos
de manera homogénea, los hace comunes, los comunica y comunica el mundo, hace
también común el mundo.
Hacia el interior la
estructura del sistema está significada por el pathos, temperamento físico-biológico determinado por el genotipo
que en un principio determina a su vez la acción; este pathos puede mirarse como el ello
freudiano o pulsión de placer que busca evitar el sufrimiento y eliminar la
fricción con el entorno, determinando una forma de hacer, una forma de vida (εθος) que
a su vez redeterminará una forma de ser o carácter (ηθος). Otra parte sería la
capacidad de consciencia de sí en el tiempo, del otro, del entorno, o logos (yo, en la terminología freudiana),
que depende de la interiorización psíquica de la otredad o superyó, principio del deber o de autoridad, a través de la
educación (in put y out put de información) para su
funcionamiento adecuado, una percepción adecuada de la realidad. Idealmente el logos debe pasar a sustituir mayormente
al pathos, en la determinación de la
acción ya que esta acción hacia el exterior redeterminará a su vez la
personalidad o carácter, la forma de ser en el mundo o ethos. Es decir, en la
terminología aristotélica, nuestras acciones están determinadas por la búsqueda
de la felicidad entendida como no fricción con el mundo, adaptación a éste y de
éste; esta búsqueda es ciega e impulsiva y tardaría demasiado tiempo en dar
buenos resultados por lo que sólo a través del compartir conocimientos y
experiencias de otros (la herencia cultural), se despierta la consciencia para
hacerlo de manera dirigida, de tal forma que se acelere el proceso y en el
curso de una vida pueda lograrse la estabilidad del sistema. Somos lo que, con
los otros, hacemos de nosotros, nuestra personalidad o carácter está
determinado por lo que hacemos en nuestra interacción cotidiana con los demás.
·
Describe
la dinámica, retroalimentación y emergencia entre los componentes del sistema.
Sí la educación o
prealimentación social además de la prealimentación genotípica, en la interacción
con los otros no se realiza de manera adecuada, de manera que las apreturas y
cierres se den con las menores fricciones posibles, entonces la interiorización
de la otredad o superyó puede ser inadecuada por exceso o por defecto, tendrá
dificultades para medir la realidad, expectativas irreales, baja tolerancia a
la frustración, tendencia a que el sistema se cierre manifestada como
incapacidad para expresarse asertivamente. Eso hará que las relaciones con los
otros sean de mayor fricción queriendo someterlos o siendo sometido por la
otredad; la retroalimentación del sistema no se lleva a cabo de manera adecuada
ya que no se efectúa una síntesis que preserve a ambas partes del sistema, sino
que tiende a la homogenización e igualitarización; esto último no sería
funcional y llevaría a la entropía y destrucción del sistema Es decir, el sistema
es mayormente cerrado, no habiendo disposición al reconocimiento de sí ni del
otro. Esta indisposición ocasionará la emergencia de cualidades relacionales
disfuncionales, tipificadas como relaciones de opresión o cualidades opresivas,
exclusión del otro en la comunicación, marginación de lo común, explotación de
fuerzas, imposición de ideologías para preservar la relación e dominio y violencia
de todo tipo. No existe la capacidad emocional de empatía, reconocimiento y
respeto del otro y exigencia asertiva de dicho reconocimiento y respeto.
Si la retroalimentación
es adecuada, habiendo una redeterminación de ambas partes, con una síntesis que
no homogeniza sino que aumenta con la otredad preservando la autenticidad, la
educación crítica y completa incluyendo educación emocional en resiliencia y
asertividad, el sistema funciona de manera adecuada con tolerancia a la
frustración y redeterminación de la impotencia que cierran el sistema, existe
un adecuado reconocimiento del otro y respeto de la diferencia. Las cualidades
relacionales que emergen de este tipo de relaciones funcionales son las
contrarias de la opresión, con aumento de poder de transformación y elección,
dignidad, emancipación, libertad, inclusión, deliberación, asertividad,
capacidad de negociación.
·
Describe
y justifica el tipo de sistema (frágil, robusto o antifrágil).
El sistema dialéctico
binario puede ser las tres. Típicamente es frágil en la infancia, pequeños
cambios generarían grandes cambios en el sistema, en la persona; en esta etapa
de evolución del sistema es deseable mantener la estabilidad y funcionalidad
del mismo mediante cambios en ambiente controlado, es decir, el ambiente debe
presentar pocos cambios para preservar la funcionalidad del sistema. Eventualmente
se vuelve robusto, preserva su funcionalidad ante grandes cambios. Lo ideal es
que el sistema sea antifrágil, es decir, no sólo que preserve su funcionalidad
ante los cambios, sino que mejore su funcionalidad con los mismos, con la
capacidad de transformación que llamamos dignidad como cualidad emergente del
sistema, así lograría preservar su autenticidad, pero redeterminándose con las
retroalimentaciones de la diversidad de la otredad. Esto logra que el sistema
preserve la diversidad, la incluya, y a la vez permita la identificación en la
igualdad, la común unión sin homogenización entrópica.
·
En
las conclusiones, determina la pertinencia del uso del pensamiento sistémico
para la solución del problema, así como los beneficios de su aplicación en tu
vida cotidiana.
Creo que sólo la teoría
de sistemas complejos es capaz de explicar la complejidad del ser humano y sus
relaciones entre sí mismo en el tiempo, relaciones con los otros múltiples y
diferentes, y relaciones con el entorno, típicamente ecosistema. Es una forma
de entender a demás cómo emergen cualidades funcionales y disfuncionales que
llamamos valores o disvalores ya sea que funcionalicen el sistema o lo hagan
disfuncional. Esto no se logra con la axiología típica de la modernidad
reduccionista, pero se explica muy bien con la teoría de sistemas.
Me ha sido muy útil en
mi actividad académica para explicar derechos humanos no como conceptos construidos
por la subjetividad de la cultura occidental y por tanto con riesgo de
ideologizarse e imponerse a otras culturas como patrimonio universal. También
escapa a la objetivación absurda de situarlos fuera de la historia como
derechos naturaleza, ya de la naturaleza ya divinos. Permite ver la emergencia
de los mismos en la fenomenología propia de la ontología del ser humano, es
decir, como cualidades de un sistema funcional, dialéctico y binario. Creo que
este enfoque es mucho mejor que un enfoque tradicional normativista y mucho
mejor que un positivismo jurídico, tiene una mayor pretensión de universalidad
abierta a la redeterminación por la antropología cultural y el diálogo
intercultural, permitiendo un mejor contraste de acciones humanas que atentan
contra los derechos humanos y la humanidad en general.