viernes, 8 de junio de 2012

Ante la situación política actual y con motivo del affair de The Guardian


Espero no ofender, sin embargo, diré cosas que me parecen ofensivas por sí solas; intentaré decirlas con humildad. Y tengo que agregar, con Sabines, que “no lo sé de cierto, pero supongo”…
“The Guardian” es un diario británico, país cuyo gobierno acaba de mandar un submarino con capacidad nuclear a las Malvinas. Sí, supongo que como diario tiene cierta independencia, pues está en el sistema del modelo liberal que pone a la libre empresa y la libertad de expresión por encima de todo. La libertad y la igualdad individuales. Supongo que no ponen en riesgo la libertad de expresión de la reportera ni la secrecía y protección de las fuentes, y que tenga, como diario, cierto margen de credibilidad. Pero no olvidemos que no deja de ser una libre empresa con intereses económicos y alianzas económicas de todo tipo, hasta las políticas, que en el sistema neoliberal son lo mismo que económicas.
Ese sistema liberal o neoliberal, el sistema capitalista de consumo adictivo que lideran países como EU e Inglaterra, es el mismo que ha dado pruebas de ser un rotundo fracaso. Su taza de éxito probado, comprobado y aceptado por el propio sistema –es parte de su “diseño”- es de un 10 % de muy ricos que acapara todas las ganancias del sistema convirtiendo todo lo que toca, como rey midas, en capital. Literalmente convierte el sistema, al planeta, en ceros y unos en cuentas electrónicas en bancos y financieras trasnacionales.
Una de las promesas del sistema liberal –en el nombre lleva la ironía- es la libertad individual. Si vamos de nuevo a las estadísticas vemos que ni los que, ni a los que están, en ese 10% les ha sido cumplida. Son esclavos de su egoísmo y de su avaricia, avidez y apego. Son esclavos de su consumo –como dijo Bush, EU es adicto al petróleo, entre otros aderezos.
Es el mismo sistema “liberal”, ya puedo entrecomillarlo, de “libertades”, que probó su ineficiencia en proporcionar libertad, en el 2008, y su eficiencia en crear capital además de mezquindad y resentimiento. Grecia y España en la quiebra lo atestiguan. El mismo que probó su ineficiencia en 1929; y probaría que se rehabilita mejor cuando hay guerras en las que es más eficiente, y si son mundiales, más aún, pues acumula capital vendiendo armas. Es el sistema de explotación imperialista y colonialista que ha creado un 90% de desposeídos y esclavizados, simple carne de cañón y batería para la maquinaria de producción de capital (para este 2012, a esta hora del día, la trata de personas con fines de explotación y la taza de masacres y genocidios de diverso tipo se van extendiendo en el panorama mundial) y cuya mayor virtud es la eficacia en la explotación de recursos oprimiendo y parasitando. Entre sus mejores creaciones vemos desde niños soldados y mineros en áfrica que zombies consumistas en Santa fe, Interlomas o Polanco. La explotación europea de América –recordemos a la Standar Oli, la Bush Texas Co. (“Americana”), la Shell y la mismísima British Petroleum que tantas porquerías andan haciendo por aquí y por ahí en esta nueva división geopolítica Norte rico Sur pobre y esclavo de Norte rico.
Suena rojo, comunistoide, chavista, castrista. Pero lamento saber que el comunismo nunca pisó la tierra. Lo que desoló Europa del Este no fue el socialismo ni el comunismo. Fue el Stalinismo. Una especie de capitalismo de estado combinado con fascismo que ha sido uno de los regímenes más asesinos y genocidas de la historia. Seguida del maoísmo chino, también capitalismo de estado y totalitarismo genocida. Excepto por unas cuantas excepciones autóctonas ancestrales sin parentesco con el marxismo y más con el comunitarismo, y de intentos dignos y semi dignos como el de Allende y Da Silva, el comunismo no ha tocado la tierra. Los brotes auténticos de, para usar otras palabras, justicia social y democracia de autoridades compartidas que se dieron aquí y allá, por ejemplo en Latinoamérica en los sesentas, fueron masacrados y “condoreados” por el sistema capitalista de consumo, y cambiados por los pinochetes, los videlas, los noriegas, los husseines y diversos dictadorzuelos conservadores de… el capital. Y en África otro tanto.
Muy probablemente –en mi imaginación- “The Guardian” mienta, y sea exactamente igual que televisa y haga lo mismo de lo que acusa, es decir, que haya sido contratado por alguna financiera trasnacional británica para favorecer sus intereses y sus acuerdos en México. Intereses y acuerdos con los que estará comprometido cualquier otro color de partido y cualquier otro candidato. Y si bien Televisa es una “empresa de comunicaciones” en el fondo es lo mismo, acumulación de capital, porque el sistema cree que hasta el poder se puede y tiene que comprar o arrebatar a golpes (el poder, por lo menos el poder de los seres humanos, insignificante criatura en la bastedad del universo y del tiempo, es eso, ser “humanos y no inhumanos o bárbaros”, eso es lo que podemos y debemos).
Y ese es el meollo del asunto. No vivimos en una democracia sino en una partidocracia y una oligarquía y cualquiera de los colores de cualquiera de los partidos responde a intereses de las financieras trasnacionales en sus diversas caras. Si un color tiene compromisos con una, otro partido lo tiene con otra, pues desde hace algún tiempo los negocios de explotación de recursos materiales y humanos –a muy bajo precio, una ganga, sólo deposítelo en mi cuenta personal- no se contratan entre Estados y Gobiernos directamente, sino que éstos, los gobiernos son meros servidores de… los intereses financieros trasnacionales. Viene a mi memoria el artículo donde se exponían esas empresas con nombre y apellido y las múltiples relaciones que tienen entre sí. Hace mucho que los gobiernos no trabajan para sus pueblos, por lo menos no para todos, y si para ese 10% del pueblo mexicano. Todos los colores están comprometidos y algunos de nosotros también pues nos aferramos a un color u a otro para conservar nuestras prebendas o lo poco que aun se tiene, de perdida la vida.
Ha sido muy aleccionador intentar cumplir mi voto de no vituperar en contra de ningún color, y si bien he fallado en varias ocasiones, por lo menos me ha permitido ver como algunos –muy pocos para la gran fortuna de nuestra humanidad y mexicanidad común, igual y libre y digna- han seguido mi mal ejemplo y vituperan contra los colores contrarios, cual si de partido de futbol con inchas hoolliganezcos se tratase. Desacreditan y escarnecen al contrario y a todo el que tenga hasta alguna leve intensión de estar ligado a esos colores. Responden las acusaciones de corrupción, tanto un bando como él otro cualquiera, argumentando desde el ego herido y con resentimiento; descalificando al “contrario”, probablemente otro ser humano del 90%, con falacias ad hominen, y con las generalizaciones más groseras “todos los que siguen a tal o cual son unos tales por cuales” y “el tuyo también lo hace”. Y claro que todos lo hacen, todos tienen compromisos con ese 10% de la población, nacional o trasnacional, que detenta el 90% de la riqueza del país, despojando y dejando al otro 90% de la población que sobrevive con el 10% restante (mis números son “imaginados” por supuesto).
Bajo mi percepción obtusa, hay un color que también tiene, entre otros compromisos como los otros colores, representación de intereses con esa parte de la población –claro, ese 10% también es pueblo y merece ser representado “dignamente”- pero al que los opresores le tienen un poco de aversión, por el temor, no del todo infundado, de que se pueda convertir en un dictador fascistoide, o peor aún, que realmente intente alguna locura, aunque sea poquita, de justicia social.
Más personalmente creo que si algunos ejerciéramos nuestro poder de ser humanos y no inhumanos ni deshumanizándonos unos a otros; nuestro poder de amar la humanidad –la libertad y la dignidad que son sinónimos- tanto en mi persona como en la persona del otro que me hace persona, no estaríamos metidos en esta porqueriza y estercolero que se ha dado en denominar contienda política y democracia. Imagino el día en que pueda ser un poquito coherente conmigo mismo y llevar la democracia, la libertad, la dignidad, la humanidad, a nivel de tierra, al nivel del uno a uno, del día a día y no derrocharla inútilmente y con mucho sufrimiento e ignorancia, en una farsa sexenal. Creo que eso sucederá cuando asuma que mi libertad está condicionada por mi responsabilidad y que esa siempre es con el otro, aun con el otro de otro color político, y deje de quitarle lo suyo consumiendo “productos” superfluos. (“Nadie tendrá derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto” decía Salvador Díaz Mirón, ilustre poeta y diputado, de cuando el Congreso de la Unión estaba lleno de próceres y no de servidores de intereses trasnacionales genocidas).
Realmente desearía que esta opinión fuera olvidada al momento mismo de leerse, y si no fuera así, por lo menos que sea de algún beneficio.