jueves, 6 de junio de 2013

Sobre la legitimación de la autoridad y la división entre gobernantes y gobernados. Respuesta a un alumno de filosofía del derecho.

La etimología de la palabra autoridad nos da la pista su significado; su etimología es una raíz latina: "augere" que quiere decir "crecer", una autoridad es la que cumple con las obligaciones, y deberes, la que responde a nuestra presencia haciéndonos crecer o por lo menos produciendo las condiciones de posibilidad para que podamos desarrollarnos como seres humanos, como personas plenas; una autoridad se deslegitima cuando no produce esas condiciones de posibilidad y se legitima cuando produce por lo menos las mínimas condiciones de posibilidad que son los derechos humanos, por lo que todos los servidores públicos (género) incluidas todas las autoridades (especie de servidor público con facultades resolutivas o de dominio), y todo el Estado en general (incluidos todas las personas particulares), tienen las obligaciones de promover, proteger, respetar, garantizar, los derechos humanos, así como prevenir, investigar, sancionar y reparar cualquier violación a los mismos.

La teoría tradicional del Estado indica que éste se integra por territorio, población, soberanía, orden jurídico y gobierno, y que éste último se divide a su vez en gobernantes y gobernados. Los gobernantes eran las autoridades con facultades ejecutivas o resolutivas, y los gobernados eran los sometidos a esas autoridades gobernantes. En la democracia eso se daba en virtud de que los gobernados se sometían voluntariamente a los gobernantes a los cuales pasaban el poder para gobernar mediante una cesión de derechos. Pero es una visión errónea del Estado. El Estado en principio somos todos nosotros, y en una democracia las autoridades lo son no por una cesión de poder, sino por un mandato con poder limitado para actos de dominio. El poder para ejercer dominio no es un derecho de la autoridad, ni siquiera un derecho cedido por el pueblo, sino una obligación dada por una orden de quien detenta originariamente la soberanía. En la teoría actual hablamos solamente de gobierno, y éste se divide en gobernantes o mandantes, y "servidores" o mandatarios (el presidente es el primer mandatario, el primero que nos hace los mandados); los primeros, no son las autoridades sino el pueblo del que emana el poder o soberanía y que por virtud de un mandato delega poder en sus representantes que son sacados del mismo pueblo por elección popular; estos representantes con autoridad por mandato, no gobiernan, pues no mandan, no son mandantes, son mandatarios, son servidores públicos, y su dominio es limitado al mandato. El mandante, el gobernante, quien "gobierna" es el pueblo. Esta teoría no es ociosa, por más que la realidad la contradiga, pues permite evidenciar que lo que actualmente vivimos en la mayoría de los países de occidente y del mundo, y sobre todo en nuestro país es una farsa; la casta política ha secuestrado el poder, ha traicionado el mandato y se arroga el derecho de gobernar, no la obligación de servir, de hacer crecer y permitir desarrollarse al mandante originario que es el pueblo, las personas, los seres humanos que son la única razón de ser del Estado, la única razón de Estado válida.

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