viernes, 18 de septiembre de 2020

Dimensiones de la facultad de Juzgar.

 En general esta facultad de juzgar humana, ya descrita por Kant en su antropología trascendental, tiene dos dimensiones, una dimensión estética que “da a cada cosa su lugar”, ubica los fenómenos en el espacio, y otra eminentemente ética que “da a cada quien lo suyo”. Muy probablemente la gran mayoría de los problemas de la humanidad y de las injusticias que vemos que se cometen a diario, provengan de la ignorancia, el apego y la aversión que nos hacen confundir estas dos dimensiones, dándole a cada persona su lugar, haciendo clasificaciones entre personas que, en principio, ontológica, ética y formalmente hablando son iguales, haciendo clases de personas y, finalmente discriminando; y a cada cosa lo suyo, es decir, poniendo valores en las cosas de manera ilusoria y artificial, cuando los valores son cualidades de las relaciones humanas, no cualidades de las cosas, lo que ocasiona que apreciemos más a las cosas que a las personas y busquemos el amor, por ejemplo, no donde debe ser hallado, en relaciones personales sanas, sino en objetos (“cuando tenga tal o cual cosa seré feliz” decimos; “ese indio olvida su lugar”, decimos también, haciendo las discriminaciones e injusticias más absurdas y obscenas).

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