domingo, 22 de agosto de 2010

Aclaración sobre definición epistemológica de la ética.

Aclaración de la definición epistemológica o moderna de la ética.

La tradición en la investigación científica, desde Aristóteles hasta nuestros días y con un principal acento en la modernidad –período de la historia de la filosofía, del conocimiento o, inclusive de la historia occidental misma que comienza en 1632, con la publicación del Discurso del Método de René Descartes- indica que ante un nuevo objeto que se presenta al conocimiento (que desconocemos y del cual queremos conocer su ser, saber que cosa es) lo primero que tenemos que hacer es definirlo, esto es, ponerle límites, saber dónde termina, cuáles son sus fines (en ambos sentidos de finalidad u objetivo y de final o término). Un vez que lo hemos definido podemos hacer abstracción de sus particularidades y formular un concepto del mismo objeto quedándonos con lo que le es esencial y descubriendo así su ser, el cual aprehendemos.

Al aproximarnos a lo que sea la ética, procedemos de la misma forma, la definimos, trazamos sus límites y la conceptualizamos para conocer qué es la ética, cuál es su ser. Queremos conocer qué es la ética y por tanto le llamamos definición epistemológica para distinguirla de otras definiciones. Sin embargo, es menester aclarar de una vez que las definiciones que intentemos –epistemológica, ontológica y etimológica- están relacionadas y que todas, en última instancia son “epistemológicas” pues lo que estamos haciendo es conocer nuestro objeto de estudio, en este caso, la ética. Le llamamos definición epistemológica en razón de que la epistemología es la teoría del conocimiento y lo que queremos hacer es conocer la ética. También le llamamos así, porque la respuesta en la modernidad a la pregunta sobre el ser de la ética es que ésta es la ciencia de la moral. Ciencia en griego se dice episteme, es decir, conocimiento; la ética es el conocimiento de la moral.

Entonces descubrimos que no hemos resuelto nuestro problema y que en lugar de comprender qué es la ética ahora tenemos que comprender también que sea la moral. Y ésta es, desde su etimología latina (y aquí ya estamos en las definiciones etimológicas, las definiciones que indagan sobre el origen de las palabras), parcialmente costumbres. Moral proviene del latín mor, mores, que significa “modo”, “forma” o “manera”, principalmente de hacer, es decir, originalmente es la manera en que se hace algo. Existen a la vez, diversas formas o maneras de calificar ese hacer según diversos criterios. Podemos en algunos respectos, calificarlos de buenos o malos, podemos decir de ellos que están bien o mal. La manera en que se hace algo es lo que llamamos conducta, una persona se conduce de tal o cual manera que calificamos de buena o mala según un patrón o criterio previamente establecido, este patrón o criterio es, una norma, una norma moral, una norma de conducta. Si la forma de hacer de una persona se adecua a esa norma diremos que actuó bien, sino, diremos que actúo o que su conducta fue mala.

Entonces, la ética es el estudio (ciencia, conocimiento) de lo que pueda ser bueno o malo según patrones universales a los que se ha abstraído sus particularidades. Esto último quiere decir, que una norma de conducta o patrón de actuación o forma o manera de hacer las cosas, es particular según circunstancias de tiempo y espacio. No son las mismas normas morales o las mismas costumbres en México que en China, ni inclusive en Alvarado, Veracruz que en Morelia, Michoacán (lo que para los alvaradeños es un saludo, para los morelianos es un insulto digno de excomunión); y no son las mismas costumbres del México del siglo XVI a las del México del silgo XXI. La ciencia de la moral o ética, procede analizando, observando, describiendo las morales particulares, los sistemas normativos o costumbres o modos de conducta o de calificar como buenas o malas, justas o injustas las conductas, de diversos lugares, haciendo abstracción de sus particularidades para compararlas y ver que tienen de común, y así inducir principios y conceptos universales de los que sea lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo debido y lo indebido, más allá de un tiempo y espacio determinados.

Repetimos. Esta definición de ética es una definición epistemológica por dos razones, por que se refiere al conocimiento de la ética como ciencia de la moral y porque se refiere a los principios y conceptos universales de la moral, los patrones o normas o criterios universales con los qué calificar toda conducta humana de buena o mala, etc. Insistimos en que es una definición moderna pues el punto de vista propio de la modernidad es el punto de vista científico o epistemológico, que revela la pretensión moderna de conocer todo mediante la razón y el método científico, para lo cuál toma como objetos de la realidad únicamente lo que puede ser “observado”, es decir, medido cuantitativamente, en medidas matemáticas o cuasi matemáticas o lógicas, por lo que, en el caso de la ética, tiene que tener como objeto, las conductas efectivas y los patrones de conducta establecidos para ellas como “hechos” y estos “hechos” son tratados como “cosas” reales o empíricas, aprensibles por los sentidos.

Sin embargo, aquí se empiezan a revelar las limitaciones de esta definición epistemológica moderna. Primeramente por que no es a lo único que se le llama ética, sino que también a la crítica de los principios y supuestos, extraídos por inducción de las morales positivas o particulares, que realiza la ciencia de la moral o ética, se le llama ética. Y si esto parece un galimatías es por que así es. Se le llama ética a la ciencia de la moral. Y también se le llama ética a la filosofía moral, que desde este mismo punto de vista de la epistemología moderna, es una epistemología crítica que critica los principios y argumentos de la ciencia de la moral, así como sus métodos, en el afán de afinarlos y perfeccionarlos y adaptarlos al corpus del resto del conocimiento científico. La filosofía moral o ética en sentido filosófico, es una reflexión crítica de segundo nivel (el nivel cero es el nivel de la moral positiva, el nivel de las conductas efectivas realizadas según patrones o normas morales o costumbres que por determinar efectivamente esas conductas son, a su vez efectivas o “positivas”, mensurables, visibles, aprehensibles “científicamente”; el nivel uno es el nivel de la ciencia que estudia esas conductas y esos patrones para extraer inductivamente los principios universales) que reflexiona o critica los descubrimientos y resultados y la forma de realizarlos de la ciencia de la moral.

Ahora bien. La ciencia moderna procede a través de los métodos de inducción y deducción con auxilio de la lógica formal y de la axiomática (los principios de una ciencia son axiomas autoevidentes, o evidentes por si mismos). Una vez que ha establecido principios, procede a la contrastación de proposiciones o hipótesis sobre la realidad verificándolas contra esos principios. Si la hipótesis es validada por el principio entonces esa hipótesis o proposición sobre la realidad es verdadera y sino es falsa. Por ejemplo. Podemos tener dos enunciados sobre la realidad para los que el principio o axioma evidente sea la realidad misma que se nos presenta sin ningún misterio. Tenemos los enunciados “Las sillas del salón D104 son rosa mexicano” y la propuesta “Las sillas del salón D104 son negras”, obviamente son enunciados contrarios que no pueden ser ambos verdaderos al mismo tiempo (tendrían que referirse a diferente lugar o a diferente tiempo para ser ambos verdaderos), por lo que una vez que he verificado uno de ellos, validándolo al contrastarlo con el principio o axioma, en este caso la realidad misma, es decir, las propias sillas del salón D 104, automáticamente el contrario resulta invalidado y lo puedo tomar por falso. En este caso resulta que efectivamente las sillas del salón D104 son negras, por lo que el primer enunciado, que dice que son rosa mexicano, es falso y el que dice que son negras es verdadero. El enunciado falso es eliminado del sistema.

Cuando definimos a la ética como ciencia de la moral desde el punto de vista de la modernidad, estamos diciendo que, como tal ciencia, procede mediante esta misma metodología y esta misma lógica, es decir, que buscará un principio o axioma con el cual contrastar proposiciones morales para verificar si son verdaderas o falsas eliminando a la falsa del sistema. Lo preocupante en ética y moral, es que, detrás de cada proposición siempre hay un proponente que la sostiene y cree en ella. Tenemos dos proposiciones contrarias: “Es bueno, justo y debido matar judíos” y “Es malo injusto e indebido matar judíos”; desde nuestro sistema de referencia, según nuestros principios o axiomas que a nosotros nos resultan evidentes, principalmente porque creemos en ellos, el primer enunciado resulta aberrante pues, bajo ninguna (o casi ninguna, y aquí introducimos otro sistema de creencias con otro principio o axioma a la cabeza, con otro criterio de descarte y contrastación de conductas) circunstancia es bueno o justo o debido matar a los judíos ni a ningún ser humano. Pero bajo otro sistema de referencia (con el cual referenciar o verificar el enunciado), i.e. el sistema nazi, es perfectamente justo matar judíos; y aún cuando el sistema nazi pueda conceder que efectivamente no se debe y es malo e injusto matar seres humanos, puede seguir sosteniendo que es justo matar judíos introduciendo otro principio o axioma que a ellos resulta evidente (y somos unos torpes cortos de miras e intelecto por no ver, con toda su evidencia, tal como ellos lo ven y tal como cualquiera puede ver que la tierra no se mueve y que es el sol el que gira alrededor de ella pues es evidente que sale por un lado y se esconde por otro), como podría ser que los judíos no son seres humanos y que por eso se les puede matar con o sin razón. Y como resulta que, detrás de toda proposición hay un proponente, detrás de la proposición, “falsa”, que dice que es injusto matar judíos, existe también un o unos proponentes (por supuesto, los judíos entre ellos, aunque ellos podrían a su vez proponer que es justo matar palestinos y que éstos no son seres humanos); y como, también resulta que en esta forma “lógica” de proceder, la proposición falsa es eliminada, bueno, pues de ahí a eliminar también al proponente sólo hay un paso. Y este es el resultado de la razón y la racionalidad y la cientificidad y la lógica modernas aplicadas a las cuestiones de la conducta humana en cuanto a su criterio de bondad o maldad justicia o injusticia: matanzas sangrientas en nombre de los que uno cree que deben de creer también todos los demás.

La manera que ha intentado la llamada posmodernidad de escapar de este resultado absurdo e irracional de un método pretendidamente racional y objetivo, es uno: acudir directamente a las etimologías de las palabras ética y moral y dos, ensayar, a través de sus significados originarios, nuevas definiciones, llamadas ontológicas, que den cuenta no sólo del fenómeno de la moral y de lo que consideramos bueno y malo y que está en contrario de lo que en otra u otras latitudes piensan que es lo bueno y lo malo, sino del ser mismo del ente que hace esas proposiciones en primer término independientemente del sentido de las proposiciones mismas, es decir, estudiar el proponente, al ser humano en relación con la actividad de juzgar, de elegir y de valorar algo como bueno o malo. Sabiendo cómo es el ser humano y como funciona su estructura ontológica, sabiendo cual es su esencia podremos dilucidar mejor que es lo que le conviene o no, no sólo en lo individual sino como especie.

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